La miopía (corto de vista) es el error refractivo limitante más común en el ser humano. Mil quinientas millones de personas en el 2011 la sufren y el 23% de la población mundial (2.500 millones de seres) serán miopes en el 2020. En Bucaramanga nuestro estudio reporta una frecuencia del 17.8% en niños entre 7 y 17 años.
La frecuencia de la miopía en los países desarrollados ha venido creciendo. La genética expresa la miopía en más de 40 fragmentos de genes y la aparición en los ojos de ambos gemelos lo reafirma. La herencia por sí sola no explica por qué unos pacientes si la desarrollan y otros no.
Hay entonces factores epigenéticos, (más allá de lo genético) como los ambientales, que son gatillos estimulantes para los genes enfermos a desarrollar la miopía.
Resulta entonces obligante para quienes conocemos el tema, motivar las autoridades estatales de salud pública para generar estrategias epidemiológicas que ayuden a bloquear estos factores desencadenantes.
La familia y los maestros en escuelas, colegios y universidades están llamados a desarrollar un papel muy importante en esta batalla contra la miopía, como quiera que está demostrada la relación directa entre el grado de miopía y los niveles de alfabetismo. Hay directa relación entre mala iluminación nocturna versus estudio con luz día como estimulante de una sustancia corporal llamada dopamina, que inhibe desde la retina el crecimiento ocular. Sin demeritar a la zanahoria como alimento protector para una buena visión, no tiene impacto sobre la miopía.
Desde hace 20 años, con mis colegas del Centro Oftalmológico VGR, venimos investigando variables que nos permitan bloquear las causas de crecimiento. Hoy lo hemos logrado y científicamente publicado. Demostramos que la combinación de medidas preventivas como una lectura racionalmente organizada, iluminación de estudio ideal, la “no” frotación de los ojos que libera citoquinas inflamatorias dañinas, el estricto seguimiento y un balanceado coctel de medicamentos como la atropina, anti-glaucomatosos, antialérgicos y el uso de anteojos multifocales que bloquean la acomodación, logran contener en un 100% la progresión del defecto visual.
Nuestra tesis doctoral demuestra con 216 pacientes seguidos por años que se ha logrado frenar su progresión y a los 18 años iniciamos el paulatino retiro terapéutico para dos años después de no progresión, ofrecerles a quienes lo deseen la rehabilitación visual quirúrgica.