Las cifras muestran que en Colombia se presentan de cuatro a cinco casos de párkinson por cada mil habitantes, mientras que en el resto del mundo la prevalencia de la enfermedad es de dos a tres casos por el mismo número de habitantes.
El parkinson es un desorden del movimiento que causa discapacidad en las personas, quienes, en plenitud de sus capacidades mentales, no pueden controlar los temblores y la rigidez muscular, que junto con otros síntomas, progresan a estados muy graves, algo así como estar atrapado en un cuerpo que no obedece.
Esta enfermedad es progresiva, lo que significa que los síntomas empeoran con los años y afecta principalmente el movimiento de las personas en razón a la disfunción de las estructuras profundas del cerebro encargadas de su control voluntario.
Los primeros síntomas del parkinson suelen ser más severos en un lado del cuerpo, el paciente evidencia temblor fino de la mano o el dedo índice y pulgar, perdida del olfato, insomnio, estreñimiento, tono de voz bajo y mareos. También se pueden presentar alteraciones del comportamiento, pues los pacientes se vuelven irascibles, se deprimen y posteriormente será evidente la rigidez muscular, lentitud de movimientos, dificultad para caminar y cambios en la expresión facial, entre otros progresivos.
Pese a los avances científicos aún se desconocen sus causas y cómo prevenirla. Afecta tanto a hombres como a mujeres, generalmente mayores de 65 años, aunque también existen registros en población más joven.
La enfermedad se presenta cuando se dañan o mueren células nerviosas en el cerebro, encargadas de producir dopamina, que es el mensajero químico responsable de transmitir las señales que controlan el movimiento corporal y su déficit genera la enfermedad.
El parkinson no se puede curar, pero los medicamentos ayudan a controlar los síntomas de manera efectiva en busca de suplir químicamente la deficiencia de dopamina y ayudar a aprovecharla mejor. Sin embargo, como las neuronas productoras de dopamina continúan muriendo, la medicación se torna insuficiente o su exceso puede producir efectos adversos, tanto psicógenos como motores, más conocidos como disquinesias, (la estadística muestra que entre el 20 y 30% de los pacientes no mejora con los medicamnetos), razón por la cual se plantea la cirugía de estimulación cerebral profunda, cuyo objetivo es la estimulación eléctrica de las estructuras cerebrales – núcleo subtalámico y globo pálido – que controlan los movimientos y las funciones musculares del paciente mejorando los síntomas motores (rigidez, temblor y lentitud) en un 65%.
En esta cirugía lo que hacemos es ubicar unos electrodos en un área específica del cerebro y conectarlos a un generador similar a un marcapasos que se implanta en el pecho del paciente (cerca de la clavícula), de esta manera se envían al cerebro unos impulsos eléctricos para lograr reducir los síntomas de la enfermedad.
Esta es una tecnología que permite seleccionar el área a tratar de manera submilimétrica y durante la cirugía se hace un análisis del registro cerebral para confirmar que el electrodo implantado esté en el sitio correcto cumpliendo la función.
Aunque la cirugía es una contribución científica importante para el mejoramiento de la calidad de vida de los pacientes, por sí sola no logra una solución total, razón por la cual los pacientes deben continuar con los medicamentos, terapias, apoyo familiar y atendiendo las indicaciones médicas.
Otras estrategias de tratamiento incluyen el estímulo motor a través del ejercicio físico con fisioterapia encaminada a mejorar el trastorno de la marcha y el uso de prototipos médicos como aplicaciones telefónicas y gafas inteligentes.
Este procedimiento se realiza actualmente en la Clínica Foscal Internacional por un grupo de especialistas integrado por neurólogo, neurocirujano, fisiatra, psiquiatra, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional y fonoaudiólogo.
El 85% de los casos de Parkinson se deben a causas desconocidas y cerca del 10% parecen estar relacionados con una predisposición hereditaria. De hecho, en los últimos años, según la Organización Mundial de la Salud, se han identificado algunos genes que predisponen a la aparición del trastorno, aunque solo dos de ellos son relativamente frecuentes.
Para esta enfermedad no existen tratamientos curativos, pero sí una gran variedad de medicamentos que el especialista debe seleccionar en sus dosis y combinaciones específicas. Curiosamente entre mayor sea la edad de inicio de la enfermedad, menor es la evolución hacia la incapacidad total.