Oftalmóloga Pediatra Estrabóloga
La Ambliopía es una condición muy común y se presenta en 2 o 3 personas de cada 100. El mejor momento para corregirla es durante la infancia o la niñez temprana. Sin tratamiento oportuno puede causar un daño visual irreversible.
Los recién nacidos tienen un sistema visual inmaduro por lo cual su visión no es igual a la del adulto, pero a medida que reciben estímulos visuales del mundo exterior en los primeros meses de vida, evoluciona y será similar a la del adulto.
La ambliopía, también conocida como ‘ojo perezoso’, se origina cuando uno o los dos ojos no desarrollan buena visión, siendo más frecuente en un solo ojo. Es consecuencia de una alteración que afecta la calidad de la visión a temprana edad y esto hace que el cerebro prefiera un ojo sobre el otro; se puede presentar por defectos refractivos no corregidos como miopía, hipermetropía, astigmatismo, también por estrabismo, y con mayor frecuencia en los nacidos prematuros e hijos de padres con estrabismo y/o necesidad de gafas.
Los niños menores de 9 años son quienes están en riesgo de ambliopía, y cuanto más pequeño sea el niño en el momento en que se presenta el defecto, mayor impacto tendrá en la visión.
Un examen visual al momento del nacimiento, al año de vida y seguimiento anual hasta los años, es fundamental para el control de la ambliopía.
Depende de la causa, la severidad y la edad, e incluye varias acciones como el uso de gafas, oclusión con parches oculares, aplicación de gotas oftálmicas y cirugía en casos de estrabismo y catarata. Si el tratamiento no se inicia tan pronto como sea posible, la respuesta puede ser limitada e ineficaz.